El Huracán de 1983: Una Tormenta que no Apagó la Celebración del San Froilán
El año 1983 quedó marcado en la memoria de los leoneses por una tormenta que, aunque no pudo cancelar la alegría del San Froilán, sí dejó su huella en la historia de la ciudad. Un huracán, sí, un huracán en pleno corazón de León, que azotó la ciudad justo días antes de las fiestas patronales, y que tuvo un impacto significativo en la celebración de la Virgen de la Antigua.
La Tormenta que Llegó para Quedarse
El 4 de septiembre de 1983, un fuerte viento y una lluvia torrencial sacudieron la ciudad de León. Los árboles se caían, las calles se inundaban y los tejados de las casas sufrían daños. La ciudad, conocida por su tranquilidad, se convirtió en un torbellino de agua y viento. La furia de la naturaleza no se detuvo hasta la madrugada del 5 de septiembre, dejando un rastro de destrucción a su paso.
El San Froilán: Un Espíritu Inquebrantable
A pesar de la devastación, el espíritu de las fiestas no se apagó. El San Froilán, una celebración llena de tradición y alegría, se llevó a cabo con la misma intensidad que siempre. La gente de León, con su habitual resiliencia, se unió para limpiar las calles, reparar los daños y prepararse para la fiesta. El 5 de septiembre, la ciudad vibró con la música, el baile, y la alegría que caracteriza a esta celebración.
Un San Froilán Diferente, Pero No Menos Festivo
El huracán dejó su marca en las fiestas, pero no las canceló. El espíritu del San Froilán se impuso a la adversidad, demostrando que la tradición y la alegría son más fuertes que cualquier tormenta. La celebración se convirtió en un símbolo de resistencia y unión, en un momento para recordar la fuerza y la capacidad de recuperación de la gente de León.
Un Legado que Perdura
El recuerdo del huracán de 1983 sigue vivo en la memoria de los leoneses. Un recordatorio de que la naturaleza puede ser impredecible, pero también de que el espíritu de la ciudad es más fuerte que cualquier adversidad. El San Froilán, a pesar del huracán, se convirtió en una celebración llena de simbolismo, una fiesta que demostró que la alegría y la tradición pueden superar cualquier obstáculo.
