Hortensia en Ourense: 40 años de un desastre que marcó la ciudad
El 23 de diciembre de 1983, la ciudad de Ourense se despertó con la tragedia. Unas fuertes lluvias habían provocado una riada que arrasó con todo a su paso. La crecida del río Miño, alimentado por las aguas de la cuenca del río Sil, se llevó consigo vidas, casas, negocios y un pedazo del alma de Ourense. La Hortensia, como se conoce popularmente al desastre, dejó una huella imborrable en la ciudad, que aún hoy, 40 años después, sigue marcada por los ecos de aquella fatídica noche.
El río Miño, que en la memoria colectiva de Ourense era un compañero de vida, se transformó en un enemigo despiadado. Las aguas embravecidas llegaron a alcanzar los 5 metros de altura, inundando las calles, las plazas y los barrios más cercanos a sus orillas. La situación fue dramática. El agua penetró en las casas, arrasando con los bienes de sus habitantes, y la gente se vio obligada a refugiarse en los lugares más altos, buscando protección de la furia del río.
Las imágenes de la Hortensia recorrieron el país. La prensa nacional y extranjera cubrió la tragedia, mostrando el impacto de la riada y la desesperación de los vecinos. La ciudad, conocida por su belleza y su tranquilidad, se convirtió en un escenario de devastación.
El desastre dejó un saldo de 21 muertos y más de 100 heridos. La cifra de casas dañadas fue considerable, obligando a miles de personas a abandonar sus hogares y a buscar refugio en otros lugares. La Hortensia fue un golpe duro para Ourense, que tuvo que enfrentarse a la reconstrucción física y emocional de la ciudad.
A pesar del dolor y la devastación, la ciudad de Ourense supo levantarse. La solidaridad y la ayuda mutua fueron claves para superar la tragedia. Los vecinos se apoyaron unos a otros, reconstruyendo sus vidas y sus hogares, pieza por pieza. Las autoridades locales y el gobierno central también se volcaron en la ayuda, ofreciendo recursos y apoyo a los afectados.
Hoy, 40 años después, Ourense es una ciudad diferente. Las cicatrices del desastre aún son visibles, pero la ciudad ha aprendido a vivir con el fantasma de la Hortensia. La memoria colectiva de la ciudad sigue guardando el recuerdo de la tragedia, pero también el de la resiliencia y la esperanza.
La Hortensia nos recuerda la importancia de la prevención y la preparación ante los desastres naturales. La ciudad ha aprendido a convivir con el río Miño, implementando medidas para evitar que una tragedia como aquella vuelva a ocurrir. La experiencia de la Hortensia ha servido para crear una mayor conciencia sobre la importancia de la gestión del riesgo y la planificación de emergencias.
La Hortense es parte de la historia de Ourense. Un capítulo oscuro que dejó una huella imborrable, pero que también nos recuerda la fortaleza y la capacidad de recuperación de una ciudad que, a pesar de todo, ha sabido renacer de las cenizas.
